La era contemporánea:
En los mismos orígenes de la modernidad se encuentran ya los gérmenes de su inconsistencia; de un lado la disolución progresiva del artista, de otro la absorción del arte por parte de la técnica.
La caída de los grandes relatos absolutistas; la acción múltiple de la vanguardia, eleva a grado cero la Historia. En la era contemporánea el proceso por el que la estética alcanza su autonomía y pierde su carta de naturaleza romántica es el mismo.
El espectador contemporáneo:
En definitiva, es la idea de gran arte, como cualquier otra idea unitaria (religión, nación, derecho...) la que sufre hasta nuestros días una continua depreciación simbólica.
La precariedad de los tradicionales ideales de Belleza y Verdad para definir el nuevo lugar del espectador contemporáneo. El habitual desconcierto del espectador poco acostumbrado al arte actual se debe a un comportamiento heredado en el que la representación se sigue entendiendo como representación de lo real y el mito del genio creador, todavía vivo en nuestra cultura.
Ante ello, el arte necesariamente deja de ser un objeto de culto para ser un signo de discontinuidad, o significar un momento de intensidad; el problema está en un público que sigue esperando lo primero y pierde la capacidad de reconocerse y proyectarse en nuevas representaciones, en el presente.
"La era artística de la ficción representativa toca a su fin. El hombre se torna de más en más insensible a las imágenes ilusorias. Es decir progresa en el sentido de su integración en el mundo. Las antiguas fantasmagorías no satisfacen ya las apetencias estéticas del hombre nuevo, formado en una realidad que ha exigido de él su presencia total, sin reservas,..." Tomás Maldonado
Arte y vida: la ultima utopia de las vanguardias historicas. y su fracaso-
devolver el arte a la vida*
"Nunca el hombre ha estado más cerca de la naturaleza, que ahora que no trata de imitarla en sus apariencias, sino haciendo como ella, imitándola en lo profundo de sus leyes"
Vicente Huidobro
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